El acento es una de las grandes preocupaciones de los estudiantes de lenguas extranjeras. Una de las causas puede ser el haber comenzado a estudiar el nuevo idioma en la escuela, con veinticinco alumnos más con tanto entusiasmo como nosotros –generalmente escaso-, y quizá con un enfoque demasiado teórico. ¿Quién no recuerda tener la sensación de haber hecho el mismo temario año tras año, y hacer lo posible por no hablar, no sea que los compañeros se rieran de una? ¿O mirar horrorizados cuando la profesora asomaba con el radiocasete? (Cierto, de eso ya hace algunos años).

Nuestra cultura tiene un gran sentido del ridículo, algo que la diferencia bastante de otras: ¿nunca os ha pasado lo de conocer a alguien de otro país, y que desplegara, orgullosísimo, las cuatro frases que sabe decir en español? ¿Os imagináis haciendo lo mismo ante un australiano?

¡Qué corte!

Ahí está la clave. La mala noticia es que lo que necesitamos para mejorar nuestra pronunciación es exactamente eso, algo tan aterrador como HABLAR y ESCUCHAR. Está científicamente demostrado, no hay ningún otro sistema eficaz. Otra cosa que funciona es una combinación de ambas: grabarse a uno mismo para poder ser conscientes de los propios errores. ‘¡Que no, te digo que esa no es mi voz!’.

La buena noticia es que las clases en ABCHumboldt se basan en la comunicación. Nuestros profesores conocen muchísimas técnicas –música, chanting, bingo, role-plays, dramatización…- para ayudarte a mejorar, y lo más importante, son expertos en hacerte sentir cómodo, y en ayudarte perder la vergüenza.

Anímate, y atrévete a superar el ‘trauma’ del inglés del instituto con unas clases amenas con las que podrás mejorar rápidamente.